Official Statements

Los debates sobre la inmigración no deben diabolizar a los migrantes

La Organización Internacional para
las Migraciones (OIM) destacó que los actuales debates sobre
la inmigración en varios países desarrollados no
deben culpar a los migrantes de todos los males.

En muchos países desarrollados se
considera que los migrantes son quienes arrebatan los empleos,
rebajan los salarios y se aprovechan de los sistemas sociales; sin
embargo, estas suposiciones no han sido corroboradas por los
estudios realizados, incluido el Informe sobre las Migraciones en
el Mundo correspondiente a 2005.

La competencia por empleos poco calificados se
efectúa principalmente entre comunidades de migrantes, ya
que los migrantes prácticamente no tienen repercusión
alguna en la disminución salarial, como lo han demostrado
varios estudios que tampoco parecen corroborar la idea de que los
migrantes, regulares e irregulares, sean mayor carga para los
sistemas sociales que los nacionales.  En contra de la
percepción popular, muchos migrantes irregulares no
solicitan prestación alguna de los servicios sociales por
temor a ser atrapados y deportados.  De acuerdo con un estudio
realizado por la Organización Internacional del Trabajo en
2004, los empleadores de los Estados Unidos abonaron al Gobierno
casi 20.000 millones de dólares EE.UU. en contribuciones
sociales cobradas a migrantes irregulares que emplearon entre 1990
y 1998.  A ello se añade, por supuesto, las
considerables sumas de dinero abonadas regularmente por los
migrantes legales mediante el pago de impuestos y otras formas de
apoyo a las comunidades locales.

El Director General de la OIM, Brunson
McKinley dijo:  “Ya es hora de que se reconozcan las
considerables aportaciones económicas, sociales y culturales
que hacen los migrantes a las comunidades receptoras.  Una
manera de suscitar este reconocimiento es contar con
información más equilibrada y fidedigna, e informar
sobre las repercusiones positivas de la
migración.”

Muchos países son el fruto de la
inmigración y de las contribuciones que han aportado los
trabajadores extranjeros temporales y permanentes, ese es el caso
de los Estados Unidos y de los países de Europa
Occidental.  El crecimiento económico moderno y el
desarrollo también se fomentan en parte gracias a la
migración.  La economía del Reino Unido, que ha
abierto sus mercados laborales a nacionales de los países
que recién ingresaron en la Unión Europea,
está beneficiándose directamente de ello, conforme a
lo señalado en un reciente informe de Ernst and Young ITEM
Club.  Ese informe prevé que esa economía crezca
en un 2,6 por ciento en 2007 y en un 3 por ciento en 2008.  La
expansión de la economía española en los
últimos años también se atribuye en gran parte
a la inmigración.

Los gobiernos tienen el derecho y la
responsabilidad de decidir a quienes han de admitir en sus
territorios y bajo qué condiciones.  Ahora bien, cabe
respetar los derechos humanos de todos, incluidos los
migrantes.  Al mismo tiempo, los migrantes tienen la
responsabilidad de acatar las leyes del país de destino,
incluidas las leyes de inmigración y las leyes de
trabajo.

Es preciso desarrollar vías adecuadas
para la migración legal a fin de satisfacer las necesidades
de las economías modernas, incluida una mayor
utilización de la migración laboral temporera,
según corresponda.  Ello es particularmente importante
a fin de encarar el crecimiento del mercado gris en sectores
informales como la agricultura y muchas industrias de
servicios.

El debate en curso en muchos países
sobre la regularización de migrantes irregulares encara
solamente en parte la necesidad de una mejor gestión
migratoria.  La regularización no puede ser, de por
sí, una panacea.  Debe formar parte de una perspectiva
exhaustiva más amplia para encarar la gestión
migratoria y, en particular, la gestión de las necesidades
del mercado laboral, al tiempo que se invierte en  mecanismos
más efectivos para erradicar la pobreza.

Esto también se aplica al control de
fronteras.  Si bien los países desarrollados consagran
considerables cantidades de dinero para frenar la migración
irregular en sus fronteras, todo parece demostrar que esas medidas
no son particularmente efectivas ni eficaces de por
sí.  Un estudio realizado en los Estados Unidos
demostró que entre 1980 y 2000, a pesar del dinero
consagrado a la prevención de la migración irregular
ésta se multiplicó por 20, y que el número
estimado de extranjeros ilegales en el país aumentó
en seis millones de personas, pese a varios programas de
amnistía.  Muchos países de Europa Occidental
han experimentado tendencias similares.

El señor McKinley concluyó
diciendo:  “El mundo móvil e interrelacionado de
hoy exige que los gobiernos adopten una perspectiva innovadora,
mutidimensional y equilibrada para encauzar la movilidad de las
personas.  Ello incluye encarar las necesidades de un mercado
laboral cada vez más mundial, particularmente en sectores
tan diversos como la atención de la salud y la
tecnología de información, las previsiones
demográficas de poblaciones que envejecen o disminuyen en
gran parte del mundo desarrollado, además de reconocer el
potencial positivo que tiene la migración para contribuir al
crecimiento económico y al desarrollo de los países
más pobres.”