Comunicado
Global

Gonaïves se prepara para la próxima temporada de huracanes

En lo alto de las montañas, por encima de la ciudad
noroccidental de Gonaïves, los agricultores trabajan duro para
prepararse ante la próxima temporada de huracanes.

En las inmediaciones de la ciudad se ha llevado a cabo la
construcción de un refugio expresamente diseñado para
hacer frente a los huracanes y donde se alojarán aquellas
familias residentes en zonas poco elevadas.  Asimismo, se han
añadido plantas adicionales a las escuelas de Gonaïves
en las que los más vulnerables estarán a salvo. 
También se ha construido un puente gracias al cual la
población podrá huir de las llanuras aluviales, zonas
consideradas vulnerables.

Dos veces en espacio de cuatro años, los huracanes han
devastado esta ciudad.  No obstante, fueron dos nefastas
tormentas tropicales -Jeanne en 2004 y Hanna en 2008-, y no los
fuertes vientos de cientos de kilómetros por hora, las que
acabaron con las vidas de miles de personas después de que
las intensas inundaciones anegaran la ciudad tras el paso de dichas
tormentas tropicales.

Los torrentes de agua sobrevenidos de las montañas
barrieron la capa vegetal de los campos, formando profundos
barrancos y arrastrando innumerables toneladas de barro y rocas
valle abajo hasta depositarlos en la indefensa ciudad ubicada en la
parte inferior.

Mercius Paul, mientras cesa de blandir su machete contra la
cizaña, afirma: «He visto como muchos de mis
compañeros, al no poder seguir cultivando sus tierras,
abandonaron la zona en busca de una vida mejor en la
República Dominicana o en Puerto Príncipe.  Hoy
día, son muchos los que regresan como consecuencia de este
proyecto de conservación de la tierra.  Tan sólo
entre mis familiares, unas 50 personas han retornado.  Espero
que este proyecto continúe en toda la zona y más
allá para así poder intercambiar los conocimientos
adquiridos».

A poco tiempo de la llegada de la temporada de huracanes,
Gonaïves apenas ha conseguido salir de las montañas de
barro y polvo que Hanna dejó a su paso.  El nivel del
agua alcanzó los siete metros de profundidad en determinadas
partes de la ciudad y, una vez que retrocedieron, los residentes
descubrieron el terrible estado en el que se encontraban algunos de
los bloques de viviendas.

A pesar de que se ha conseguido retirar la mayor parte de los
2,5 millones de metros cúbicos de barro y escombros que
quedaron tras el paso de la tormenta, siguen encontrándose
hendiduras en las carreteras y los canales permanecen bloqueados
con agua estancada y llenos de mosquitos portadores de la
malaria.

Dentro del programa para de la  OIM de
estabilización de comunidades (Programme de Revitalisation
et de Promotion de l’Entente et de la Paix -PREPEP),
financiado por la Agencia estadounidense para el Desarrollo
Internacional (USAID), se ha llevado a cabo la formación y
el empleo de 175 hombres y mujeres en la antigua técnica del
cultivo en bancales.

En la actualidad, se ha conseguido convertir los campos de
piedras en parcelas de tierra productiva en las que se cultivan
cacahuetes y café.  Dentro de otro proyecto, la
replantación forestal se ha llevado a cabo con tanto
éxito que los agricultores se preparan para cultivar
café y cacao en los terrenos que gozan de sombra.

Gracias a la labor de ingenieros y agrónomos dirigidos
por la OIM y al trabajo de cientos de hombres y mujeres locales, se
ha progresado con premura en el abancalado de laderas y en el
aminoramiento de las corrientes de agua que descienden hacia los
valles.

Previamente al seísmo del pasado mes de enero, el
fértil valle de Artibonite servía de hogar a unas
30.000 personas.  Tras el temblor, los supervivientes se
vieron obligados a huir a Gonaïves, donde hoy día
aún se eleva a 40.000 el número de personas que
residen con familias de acogida, quienes empiezan a mostrarse
cansados de esta situación.  La ruta migratoria
tradicional hacia la capital, Puerto Príncipe,
también ha sufrido daños a causa del terremoto y son
muchas las personas que han atravesado ilegalmente la frontera
hasta la República Dominicana en busca de seguridad y medios
de subsistencia.

Junto al elaborado sistema de bancales y de canales de riego, se
han construido 4,8 millas (unos 6.4 kilómetros) de
carreteras sólidas.  Asimismo, la OIM ha finalizado la
construcción en el país del primer refugio
expresamente diseñado para hacer frente a huracanes y ha
afianzado 26 instalaciones educativas, reubicándolas fuera
de la llanura aluvial o construyendo plantas adicionales, que
podrán ser empleadas como refugio.

Edner Cesaire, agrónomo que participa en el proyecto de
la OIM de conservación del suelo, agachándose para
sentir la rica tierra negra que la lluvia nocturna ha depositado en
un rincón, afirma mientras la desmenuza entre sus dedos:
«Es oro negro».

A modo de preparación frente a la temporada de huracanes,
la OIM está almacenando existencias, compuestas por bidones
y sets de higiene y cocina, en Puerto Príncipe,
Gonaïves, Jacmel y Les Cayes para 20.000 familias.

Para más información, póngase en contacto
con:

Leonard Doyle

OIM Haití

Tel.+ 509 370 25066

E-mail: "mailto:ldoyle@iom.int">ldoyle@iom.int