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Sobrevivir a la piratería somalí: Marineros ghaneses rescatados regresan a sus hogares y solicitan ayuda
Hoy en día, cuando la gente habla de “piratas” piensa en la piratería de programas informáticos o en la producción melodramática de Hollywood “Los piratas del Caribe”.
Pero la piratería moderna, particularmente aquella a lo largo de la costa de Somalia y en el Golfo de Aden, es una industria mortífera en plena expansión que tiene consecuencias nefastas para los marineros tomados rehenes.
Cuatro marineros ghaneses —que formaban parte de una tripulación de 24 personas procedentes de Ghana, la India, el Pakistán, Filipinas, el Sudán y el Yemen— fueron tomados rehenes por piratas somalíes el 29 de marzo de 2010 y estuvieron secuestrados durante 2 años y 9 meses hasta que la Fuerza Policial Marítima de Puntlandia llegó a su rescate el 23 de diciembre de 2012.
Kofi Mensah, Kweku Appiah, Ato Cobbina y Fiifi Adjei —cuyos nombres se han cambiado para proteger su identidad— hablaron de sus experiencias con el personal de la OIM en Ghana, cuando finalmente pudieron regresar a ese país.
El MV Iceberg 1, que pertenecía a la Naviera Azal, era un barco de transbordo rodado que transportaba 4.500 toneladas de gas natural líquido en garrafas. Iba rumbo a Jebel Ali en los Emiratos Árabes Unidos cuando fue capturado a 10 millas náuticas del Puerto de Aden, fuera de la costa del Yemen.
Kofi recuerda: “Era un día como cualquier otro en alta mar. Ese 29 de marzo de 2010, yo estaba trabajando en la sala de motores cuando oí ruidos. El jefe de ingenieros entró en la sala y pidió que le ayudara. Entonces, apareció Fiifi y nos dijo que no hiciéramos ruido. No tenía idea de lo que estaba pasando pero, una hora después unos hombres nos llevaron a todos al puente del barco.”
Kofi, de 52 años de edad está casado y tiene cinco hijos y trabajaba de segundo ingeniero. Había trabajado en varios navíos antes de incorporarse al MV Iceberg 1, en septiembre de 2009. Pero nada le había preparado para lo que le tocó vivir, según nos cuenta.
Los piratas espolvorearon pólvora en las cabezas de la tripulación y les dijeron que estaban llevando la nave a Somalia. Se pidió a la tripulación que regresara a sus camarotes pero cuando llegaron allí se dieron cuenta que todas sus pertenencias, incluidas ropas, alimentos, teléfonos y dinero, habían sido robadas.
Fiifi, de 33 años de edad, soltero, trabajaba como ingeniero eléctrico en el barco “Yo estaba en el comedor cuando a eso de las 7:45 horas los piratas abordaron el barco y sonó la alarma.”
Fiifi tenía tres años de experiencia abordo de barcos de transporte de carga antes de empezar a trabajar, en julio de 2009, en el MV Iceberg 1. Había oído hablar de los piratas y pensaba que eran hombres muy fornidos, pero cuando se unió al resto de la tripulación en el puente, vio que en realidad eran hombres sumamente delgados, cargados de armas automáticas.
Poco después del secuestro, una embarcación naval se acercó al MV Iceberg 1. Los piratas obligaron al capitán con la pistola en las sienes, a decir que la nave tenía que alejarse a 20 millas náuticas.
Pronto, Kofi fue llamado a la sala de motores, donde encontró a los piratas tratando de incrementar la velocidad del barco sin tener idea de cómo funcionaban los motores.
Según cuenta Kofi “Todos los motores estaban al rojo vivo y se vieron obligados a tirar el ancla. Pero los vientos del monzón rompieron el ancla y estuvimos a la deriva hasta el 10 de septiembre, cuando chocamos con una roca cerca de la costa y tomamos agua.”
Mientras el barco iba a la deriva, la tripulación fue objeto de un tratamiento inhumano, incluidos días sin alimentos ni agua y continuos malos tratos.
Kofi estuvo atado en aislamiento y dice que los piratas lo amenazaban con ahogarlo si se negaba a difundir su demanda de rescate por 10 millones de dólares EE.UU. a la Naviera Azal. En cierto momento, empezaron a disparar alrededor de él.
Y relata: “Yo les dije que me matasen pero no lo hicieron. Ya no podía más y casi muero cuando los piratas me tiraron al mar. Enseguida otro miembro de la tripulación, Ato, saltó para rescatarme y me subió a bordo nuevamente.”
Ato, de 46 años de edad, es soltero, tiene una hija y era marino. Trabajó a bordo de los barcos de American Seafood en Alaska, antes de unirse a la tripulación del MV Iceberg 1.
Dice que los piratas hacían constantes demandas a punta de revólver para que los miembros de la tripulación llamasen a funcionarios de diversas embajadas, de las Naciones Unidas y de la OTAN.
Con el paso del tiempo, la tripulación fue perdiendo la esperanza y no había manera de saber si los oficiales somalíes y la comunidad internacional estaban haciendo gestión alguna para conseguir su liberación.
Dicen que los piratas provenían mayormente de Somalia, aunque había algún keniano o eritreo entre ellos. Consumían grandes cantidades de khat, una droga estimulante, por ello, su comportamiento solía ser errático y no había manera de hacerlos razonar.
La tripulación dijo que dependían de los piratas para obtener alimentos y agua. Recibían pequeñas cantidades de harina y arroz. El agua solía oler a gasolina o diésel y, a veces, era agua salada.
Una de las amenazas de los piratas a la tripulación era que comenzarían a vender sus órganos para conseguir dinero. Uno de los marineros —un yemení, que quedó tan traumatizado por las constantes amenazas y por el maltrato físico— se enfermó mental y físicamente, y falleció el 27 de octubre de 2010.
Varios miembros de la tripulación fueron desembarcados en distintas etapas y mantenidos en la costa para regresar unos días después. Pero el Primer Oficial fue desembarcado el 9 de septiembre de 2011 por piratas armados y nunca regresó. Hasta ahora, no se sabe qué fue de él.
El 10 de diciembre de 2012, a las 05:30 horas —cuando los miembros de la tripulación prácticamente habían perdido la esperanza de ser rescatados— se oyeron disparos en el puente y había helicópteros de la PMPF sobrevolando.
Los piratas, armados, entre otros, con metralletas automáticas, aguantaron durante dos semanas y dos miembros de la tripulación fueron gravemente heridos durante los tiroteos. Pero el 23 de diciembre los piratas huyeron del barco. Tres murieron y otros tres fueron capturados. Los nueve restantes lograron escapar.
La PMPF transfirió a los miembros de la tripulación sobrevivientes a su base en Garowe para que recibieran atención médica inmediata y pudieran llamar a sus familiares para avisarles que habían sido rescatados. Fiifi llamó a su hermano Eric.
Las familias de todos los rehenes habían sufrido tanto emocional como financieramente. Por ello, consideraron la noticia de su liberación como un verdadero milagro.
El 30 de diciembre de 2012, los cuatro ghaneses, junto con un filipino y dos sudaneses, fueron transportados por la Organización de las Naciones Unidas de Puntlandia a Nairobi, Kenya. Los Gobiernos respectivos se encargaron del transporte aéreo hasta sus lugares de origen.
Los cuatro miembros de la tripulación ghanesa pernoctaron en el Centro de Tránsito de la OIM, en Nairobi. La OIM también les prestó asistencia en los aeropuertos de Nairobi y Accra, y se encargó de trasportarlos hasta sus hogares en Ghana donde se reunieron con sus familiares.
Cuando les pregunté qué fue lo primero que hicieron al regresar a casa, Fiifi me contestó “Me vestí de blanco y fui a mi iglesia para rezar y dar gracias a Dios.” Dice que el rescate ocurrió el día de su cumpleaños y que para él fue como “renacer”.
Cuando finalmente llegó a su casa, lo esperaba un grupo de familiares y miembros de la iglesia. Fiifi dice que su barba era tan larga que su mamá no lo reconoció. Pero una vez que regresó a casa pudo dejar de lado su sufrimiento. Hasta ahora siguen celebrando su regreso.
Al recordar lo vivido, los hombres dicen que los marineros y las compañías navieras tienen que estar más preparados para los ataques de piratas y contar con una capacitación y seguridad adecuadas. También se requiere mayor seguridad en el puente y también es preciso adoptar medidas para sancionar a los piratas por sus actividades delictivas.
Por otra parte, quieren saber más sobre lo que las Naciones Unidas y la OTAN están haciendo para garantizar la liberación de otros marineros que siguen siendo rehenes en Somalia. Y agradecen a la PMPF que perdió un hombre en el combate para poder liberar el navío.
Ahora están contemplando el futuro y pidiendo ayuda para pagar la atención médica, el asesoramiento y representación jurídica, puesto que siguen padeciendo las consecuencias de su experiencia y no tienen trabajo para mantenerse a sí mismos y a sus familias.