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Quiénes somosLa Organización Internacional para las Migraciones (OIM) forma parte del Sistema de las Naciones Unidas y es la organización intergubernamental líder que desde 1951 promueve una migración humana y ordenada para beneficio de todos, con 175 Estados Miembros y presencia en 171 países.
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Nuestro trabajoComo organización intergubernamental líder que desde 1951 promueve una migración humana y ordenada, la OIM juega un rol clave apoyando el logro de la Agenda 2030 por medio de diferentes áreas de intervención que conectan la asistencia humanitaria con el desarrollo sostenible.
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Pequeñas victorias desde Iraq: Zaina, la pastora de ovejas
“Ella tenía dos años cuando sucedió. No creo que se acuerde del día que murió su padre…”, narra Zaina mientras señala a su hija, Saba, que juega con un cordero recién nacido en su redil.
“Yo todavía me acuerdo. ¿Cómo iba a olvidárseme? Pero me cuesta mucho hablar de ello”, Zaina hace una pausa, antes de proseguir: “Por fortuna, tengo estas ovejas que cuidar y un negocio del que ocuparme. No solo nos sirven de sustento, sino que, así, estoy distraída. Cuando me ocupo de los animales, no pienso en las cosas horrible que han sucedido…”, explica Zaina mientras rellena el comedero.
Zaina Al-Hamdani, 27 años, es una viuda de la comunidad agrícola de Al Hussain, en el municipio occidental de Anbar. En 2004, contrajo matrimonio con Rami y, un año después, nació su hija Saba. Su marido vendía las ovejas de la granja de su padre en el mercado local para mantener a la familia y ella se quedaba en casa cuidando de los animales y de su hija, recién nacida.
Tenían una vida desahogada que se truncó una noche de 2007. Al ir a abrir la puerta, Zaina, que esperaba que su marido regresara del trabajo, se asombró al encontrarse con un oficial de policía en el umbral de su casa.
Así recibió la devastadora noticia: Un coche bomba había explotado en la plaza del mercado. Rami y otros seis comerciantes habían muerto. “Al principio, no me lo creía y pensaba que eso no podía estar pasando, pero cuando Saba rompió a llorar, quejándose y llorando sin consuelo, en mis brazos, comprendí que era real, que no estaba soñando”, rememora Zaina.
Viuda con tan solo 21 años, Zaina no sabía qué hacer: “Era muy joven y estaba completamente destrozada. No tenía ni idea de lo que implicaba ser viuda y estaba aprendiendo lo que significaba ser esposa y madre… Lo único que tenía claro era mi preocupación por Saba. Me inquietaba cómo mantenerla y criarla sin un padre”.
Tuvo la suerte de que su familia política le permitió quedarse en la casa, propiedad de sus suegros, en la que vivía con Rami. No obstante, sin los ingresos que aportaba su marido, Zaina y Saba dependían de los ahorros y de parcas dádivas de la familia. “Los ahorros se agotaron rápidamente y no podíamos vivir solo de la caridad”, asevera Zaina.
La OIM supo de su situación en septiembre de 2008. Al ser madre y viuda, reunía los requisitos para recibir asistencia en el marco del Programa de la OIM de Seguridad y Estabilización Humana. Como tenía experiencia con animales de granja, se le concedió una subvención en especie: 15 ovejas que criar, alimentar y vender.
“Al lado de casa, tenía un terreno que transformé en un redil. Técnicamente hablando, sabía lo que hacía. Había ayudado a mi familia y a la de Rami en la cría de ganado. Lo más difícil era manejar los sentimientos”, explica Zaina al tiempo que esquila a una oveja embarazada.
“Las ovejas me recuerdan mucho a mi familia. Crecí con mis padres en una gran granja y después formé una familia con Rami… Aunque ahora solo somos Saba y yo. Al principio, fue un cambio durísimo. Pasaba las noches llorando porque sabía que Rami no estaría por la mañana para llevar las ovejas al mercado. Sin embargo, al poco, ya no sufría al ocuparme de los animales, sino que me consolaba. Pronto empecé a sentirme orgullosa de llevar mis ovejas al mercado y venderlas. Dejaron de ser los amargos recuerdos de la familia que perdí, del pasado, para convertirse en los recuerdos del futuro”, prosigue Zaina.
“Así, no me olvido de que soy fuerte. Tengo una hija y una actividad gracias a la que nos mantenemos. Los animales son los destinatarios de mi amor y atención y, al mismo tiempo, nos permiten subsistir a mí y a mi hija”.
“Ahora, gano unos US$600 mensuales. De ellos, gasto US$250 en suministro agrícola y, el resto, en mi hija y mi casa. Hasta he logrado ahorrar algo y, una vez acabe el Ramadán, me gustaría comprar más ovejas hembras. Mientras más cabeza de ganado que alimentar, más beneficios podré conseguir en el futuro”, detalla Zaina.
Saba deja los animales y escucha, tímida y atentamente, lo que su madre cuenta: “Pese a que no recuerde a su padre, se parece a él. Es una de las mejores alumnas en la escuela y, cuando termina los deberes, me ayuda en casa. Sé que Rami estaría orgulloso de nosotras…”