Migrant Stories

La diáspora haitiana en el centro de la reconstrucción

El geógrafo haitiano George Anglade, fallecido en el
seísmo del pasado 12 de enero, sentía
auténtica pasión por la literatura y por todo lo
relacionado con Haití.  Afirmaba que la
diáspora, formada por 4 millones de personas y que
envía anualmente uno dos mil millones de dólares
estadounidenses en remesas, era uno de los pilares del
país.  Hoy en día, son muchos los que aseguran
que este grupo debe jugar un papel principal en los esfuerzos de
reconstrucción nacional.

Edwin Paraison, Ministro de los haitianos en el Extranjero,
comparte este punto de vista: considera que los haitianos
expatriados tienen un papel fundamental en la reconstrucción
del asolado país.

Acérrimo defensor del regreso de los haitianos que
disponen de habilidades, competencias, experiencia y conocimientos
financieros útiles para la reconstrucción nacional,
antes de ser designado como ministro hace un año, Paraison
ejercía de párroco en la Iglesia Anglicana de
Haití.

Durante los últimos seis meses, ha viajado por el mundo
para encontrarse con comunidades de expatriados y posibles
inversores haitianos y convencerlos de participar más
activamente en los citados esfuerzos.

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target="" title="">Migraciones – Verano 2010

Clarence Renois, de Haiti Press Network, se
reunió con él antes del comienzo de su gira por
Europa, lugar en el que había previsto encontrarse y
convencer a otros nacionales, en especial a aquellos cualificados,
de la necesidad de su retorno para ayudar a su país de
origen.

Una de las primeras preguntas hechas por Renois fue si los
representantes de la diáspora tendrían voz en el
proceso gubernamental de toma de decisiones.

Edwin Paraison: La
diáspora ya tiene un lugar en el Gobierno de la
República de Haití y mi papel como ministro es el de
entablar un diálogo constructivo con los cuatro millones de
haitianos que residen en el extranjero. Más aún,
la diáspora estará representada en el Comité
Internacional de Reconstrucción de Haití (CIRH),
organismo encargado de la gestión y la coordinación
del país.  Aunque los representantes de la
diáspora no gocen del derecho al voto en el CIRH,
contarán con un representante, señal de la voluntad
del gobierno por otorgarles un lugar en los esfuerzos de
reconstrucción.  Ahora falta por decidir quién
representará a este colectivo.  Para ello, se
llevará a cabo un proceso consultivo. 

Clarens Renois: Siendo
realistas, ¿qué papel podrían
desempeñar los expatriados haitianos y cuán
importante es su participación?

Edwin Paraison: La
diáspora desea una participación activa, al menos, en
dos niveles.  En primer lugar, con el apoyo del sector privado
o de organizaciones internacionales, los gerentes con experiencia
podrían retornar y su pericia y conocimiento del lugar
serían ventajosos para las compañías y
organismos que actúan en Haití.  En segundo
lugar, son muchos los nacionales en el extranjero que han expresado
su deseo de retornar y participar en actividades
benéficas.  Por último, un gran número de
empresarios haitianos querrían establecer negocios locales y
nosotros les brindaremos ayuda para ello convirtiendo en realidad
su retorno.  Hemos previsto trabajar en estrecha
colaboración con la OIM y el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) en proyectos pilotos que faciliten el
regreso de haitianos cualificados.  A pesar de la gran
solidaridad mostrada por los expatriados, especialmente entre los
jóvenes, la prudencia es una característica de este
colectivo.  Por ello, debemos implementar medidas concretas
que les devuelvan la confianza para que así todos podamos
beneficiarnos de sus aptitudes y conocimientos.

Clarens Renois:
¿Cuál es el verdadero peso económico de la
diáspora? 

Edwin Paraison: Resulta
complicado de decir ahora mismo pero puedo afirmar que su
influencia en términos económicos será muy
importante.  Antes del seísmo, alrededor de cuatro
millones de haitianos enviaban más de dos mil millones de
dólares estadounidenses anuales, dinero empleado para la
adquisición de bienes.  La realidad es que tan
sólo una ínfima parte se invierte de manera
productiva, por lo que debemos encontrar maneras de fomentar las
inversiones directas de los empresarios haitianos en el
extranjero.  Estos dos mil millones representan menos de un 15
por ciento del total de los activos financieros en el
extranjero.  Por ello, habría que hacer un buen uso del
capital humano y financiero de la diáspora en los
empeños de reconstrucción.

Es más, de acuerdo con el Banco Interamericano de
Desarrollo, un 83 por ciento del total de haitianos cualificados
han abandonado el país.  Después del terremoto,
que dejó 300.000 muertes a su paso, creemos que alrededor de
20.000 profesionales salieron del país dentro del marco de
programas de reunificación familiar puestos en marcha por
algunos países desarrollados.  El encuentro en la sede
de la Organización de Estados Americanos, celebrado
recientemente en Washington, ha permitido a la diáspora
sentar las bases de su participación en los esfuerzos de
reconstrucción del país.  Tanto ello como los
llamamientos de la comunidad internacional por valor de más
de diez mil millones de dólares estadounidenses serán
de utilidad para la reconstrucción de Haití, uno de
los países más pobres del hemisferio occidental