Migrant Stories

El rey de la joyería del Astrodome

Después de casi tres meses sin trabajar, Benjie Amores decidió que era hora de ponerse manos a la obra. No es que hubiese estado sin hacer nada, ya que entre otras cosas, ayudó a su familia a superar los efectos del tifón Haiyan, efectuó la mudanza del centro de convenciones en ruinas a una tienda de campaña, y de una tienda de campaña a una choza, hizo colas para recibir asistencia de socorro; y buscó asistencia médica cuando fue necesario, lo que no es poca cosa.  

Sin embargo, la semana pasada, animado por su dinámica esposa Thelma, Benjie decidió que tenía que ponerse a trabajar.

Así  pues, se prestó un viejo puesto de madera en el que pintó “Benjie, joyero”, y lo instaló justo en frente del centro de convenciones de Tacloban —conocido como el Astrodome y que ahora hace las veces de campamento para más de 2.000 desplazados. Compró a crédito algo de plata y se puso a trabajar.

Al mostrarnos su catálogo nos explica: “Puedo hacer y reparar anillos, pulseras, pendientes y collares, hasta diez al día.”

Su negocio está empezando a marchar aunque lentamente, lo que no es de extrañar dada la pobreza extrema reinante, pero ya ha creado diez joyas en cuatro días, y tiene una multitud de espectadores que le apoyan. Hoy está elaborando una ostentosa joya, un voluminoso anillo para hombre con las iniciales JR grabadas en relieve. 

Benjie es un hombre tímido, por ello, deja que su trabajo y su mujer hablen por él. Thelma señala: “Esperamos que tenga mucho trabajo, para que su negocio sea rentable. Pero ya está haciendo feliz a la gente, por el simple hecho de trabajar en su puesto y fabricar cosas bonitas.”

Benjie se concentra en su trabajo y sonríe. Por fin está ocupado. Todavía no es independiente, ni puede mantener del todo a su familia, pero tiene trabajo, y eso ya es un progreso.

Se estima que más de seis millones de trabajadores perdieron íntegra o parcialmente sus medios de sustento cuando el tifón Haiyan arrasó la región central de Filipinas el pasado 7 de noviembre. La actividad pesquera y la producción de coco, que constituyen el principal motor de la economía de la región, quedaron aniquiladas.

La región no podrá recuperarse de los daños provocados por Haiyan si no se crean puestos de trabajo. Tacloban, la capital, no produce gran cosa, por lo que depende de los salarios para que marche su economía. En el pasado, las escuelas, las universidades y las dependencias gubernamentales aseguraban la prosperidad de la ciudad. Si las personas no consiguen un empleo, acabarán por marcharse. En el punto álgido de la crisis, la OIM estimó que, diariamente, 5.000 personas abandonaban la región para asentarse en Manila y en otras ciudades.

En la actualidad, los comerciantes locales viven un pequeño momento de bonanza, en parte debido a la llegada de organismos internacionales de ayuda, pero también porque el dinero se queda en la región. Todas las principales cadenas de supermercados, que abastecían extensas zonas en el interior, han cerrado, lo que significa que los negocios familiares son la única opción para la compra de artículos de primera necesidad.

Es evidente que esta situación no perdurará. Las cadenas de supermercados nacionales, e incluso internacionales, comienzan a mostrar interés, y los encargados de la toma de decisiones a nivel local ya están tratando de encontrar soluciones para que las personas vuelvan a trabajar. Benjie, por su parte, les lleva mucha ventaja.