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Quiénes somosLa Organización Internacional para las Migraciones (OIM) forma parte del Sistema de las Naciones Unidas y es la organización intergubernamental líder que desde 1951 promueve una migración humana y ordenada para beneficio de todos, con 175 Estados Miembros y presencia en 171 países.
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Nuestro trabajoComo organización intergubernamental líder que desde 1951 promueve una migración humana y ordenada, la OIM juega un rol clave apoyando el logro de la Agenda 2030 por medio de diferentes áreas de intervención que conectan la asistencia humanitaria con el desarrollo sostenible.
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El artista de las hojas de banana
En un buen día, Tzing, de 47 años de edad, puede ganar tres dólares. Podría ganar algo más si pudiera sembrar y cosechar arroz, pero está recuperándose de una tuberculosis y no puede permanecer de pie durante mucho tiempo sin sufrir dolores. En cualquier caso, nadie quiere emplear a alguien que padece tuberculosis.
Así pues, ahora recolecta hojas de banana y hace una especie de esteras, a falta de una palabra mejor. En un día, puede confeccionar 50 esteras, lo que equivale a unos ingresos de 50 bahts tailandeses, o algo inferiores a 2 dólares EE.UU.
Tzing cruzó la frontera hace 26 años, dejando atrás el peligro de la guerra en Myanmar, su tierra natal. Conoció a una mujer perteneciente a su mismo grupo étnico, y tienen una bonita y encantadora hija de 13 años que adora el tailandés y el arte, y que confía en que su padre se recupere y en poder permanecer en la escuela el tiempo suficiente para pasar sus exámenes e ir a la universidad. Su padre quiere que sea maestra.
Los tres miembros de esta familia, Tzing, Yang y su hija Boot Nong, se quieren y cuidan uno del otro. Viven en una cabaña fabricada con hojas de banana y de tongtung, situada a la vera del camino y expuesta a las condiciones climatológicas adversas. Cualquiera podría entrar en ella, en cualquier momento, y hacerse con las escasas, pero valiosas, pertenencias de la familia. Una tormenta o una inundación podrían hacerles pasar de la pobreza a la indigencia en cuestión de minutos.
En agosto, Tzing comenzó su tratamiento contra la tuberculosis. Había estado enfermo durante mucho más tiempo, pero no tosía; sólo le dolían la espalda y las piernas, por lo que el hospital local tardó en decidir que debía someterse a una prueba de tuberculosis. Se hizo una radiografía y se confirmó su enfermedad. Tzing se fue debilitando, y tanto su mujer como su hija tuvieron que hacer el trabajo físico duro, preocupadas cada día por lo que obtendrían para subvenir a sus necesidades. Sin embargo, tras tres meses de medicación, Tzing fue recuperándose lentamente y pudo empezar a recolectar hojas de banana.
En la actualidad, sueña con dedicarse nuevamente a la agricultura. Su rostro se ilumina cuando afirma: “Cultivar el arroz. Eso es lo que me gusta hacer.”