Comunicado
Global

Una mayor solidaridad es crucial mientras la COVID-19 se propaga entre las comunidades más vulnerables del mundo

Refugiados preparándose para ser reasentados desde el Líbano a Francia se someten a la prueba de COVID-19 antes de viajar. Foto: OIM/Muse Mohammed 

Ginebra – Ocho meses después de producido el brote de COVID-19, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) hace un llamamiento a la comunidad internacional para acelerar el apoyo a los esfuerzos para mitigar y luchar contra el impacto que la enfermedad tiene sobre los migrantes, las personas desplazadas y los retornados en todo el mundo.  

El recientemente revisado Plan Estratégico de Preparación y Respuesta (SPRP) de la Organización necesita 618 millones de dólares para poder cubrir las necesidades sanitarias, humanitarias y socioeconómicas de millones de personas en 140 países.  

“El impacto de la emergencia de la COVID-19 sobre la salud y la movilidad en todo el mundo no tiene precedentes desde el punto de vista de su dimensión y ámbito de aplicación”, sostuvo el Director General de la OIM, António Vitorino.  

“Mientras que la enfermedad sigue diseminándose hacia algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo, la OIM requiere de un apoyo mayor para garantizar el acceso de tales poblaciones a servicios sanitarios vitales y otros, a fin de asegurar que no sean dejados atrás en la respuesta mundial a la pandemia”, agregó.  

Logros claves en el ámbito de la COVID-19   

En los últimos ocho meses desde el inicio del brote de COVID-19, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha:  

  • Llegado a más de 3,.5 millones de personas por medio de campañas de concientización sobre prácticas sanitarias y de higiene; inquietudes vinculadas a la protección; estigmatización y salud mental;  
     
  • Asistido a más de 225.000 personas a través de apoyo psicosocial y en materia de salud mental en más de 35 países;  
     
  • Brindado apoyo para medios de subsistencia a más de 430.000 personas vulnerables en más de 40 países;  
     
  • Realizado más de seis millones de controles sanitarios para detección de COVID-19 destinados a viajeros en Sudán del Sur y en la República del Congo solamente;  
     
  • Adquirido y entregado equipo de protección personal, equipo para diagnósticos y para cuidados clínicos y artículos de asistencia a 10 países;  
     
  • Realizado evaluaciones de línea de base en más de 3.000 puntos de acceso (aeropuertos, puertos acuáticos y cruces de fronteras terrestres) a fin de brindar apoyo al mejoramiento de los esfuerzos en el ámbito del control de enfermedades y para una preparación y respuestas efectivas;  
     
  • Brindado su apoyo a la capacidad para realizar pruebas de detección de la infección por COVID-19 en más de 20 países y desplegado más de 120 empleados sanitarios para fortalecer las capacidades nacionales, en especial en África y en Asia;  
     
  • Organizado seminarios web destinados a más de 1.200 empleados en 134 países relacionados con el modo de adaptar las operaciones en los campamentos para mitigar la propagación de la enfermedad; y 
     
  • Ejercido un liderazgo técnico en 58 reuniones específicas clave de coordinación sobre COVID-19 y en 34 fuerzas de tareas nacionales y regionales y otros mecanismos de coordinación en puntos de acceso.

Desde que comenzó el brote de COVID-19, más de 27 millones de casos confirmados y más de 900.000 muertes han sido informadas en más de 200 países (cifras al 10 de setiembre). El aumento estable en casos confirmados de COVID-19 sigue ejerciendo una presión muy grande sobre los sistemas sanitarios, sociales y económicos.  

La movilidad en todo el mundo se ha detenido casi totalmente debido a las restricciones a los viajes, incluyendo en esto los cierres de fronteras y las suspensiones de viajes por aire. Al 1° de septiembre, un total de 219 países, territorios o zonas había emitido más de 86.700 restricciones a los viajes a fin de intentar contener y reducir la propagación del virus COVID -19. 

Las restricciones a los movimientos han llevado a una pérdida de los medios de subsistencia de los migrantes, dejando a millones de personas varadas en todo el mundo. Estos migrantes varados ahora no cuentan con ingreso alguno como para poder financiar sus viajes de retorno. Muchos son vulnerables a la explotación y algunos se han visto obligados a trabajar o a alojarse en condiciones que aumentan su grado de exposición al COVID-19 y a otras enfermedades. 

Por todo esto los países han sido testigos de significativas caídas de las remesas mundiales que durante años han jugado un rol clave en la reducción de la pobreza y en el logro del acceso a los servicios básicos, incluyendo salud y educación en países desde los que los migrantes parten.  

“Debido a la recesión y a la desaceleración económica, las poblaciones de migrantes y las que fueron forzadamente desplazadas seguirán contándose entre las que sufren el impacto más severo de los efectos colaterales de la COVID-19, los cuales para muchos pueden ser tan graves como la enfermedad misma”, agregó el Director General Vitorino.   

Los migrantes que están viviendo en dormitorios colectivos y las personas desplazadas que viven en albergues y campamentos atestados deben enfrentar riesgos a su salud cada vez mayores, mientras los casos de COVID-19 siguen apareciendo en sus distritos superpoblados, en los cuales, con mucha frecuencia, las condiciones sanitarias no son las adecuadas, hay acceso limitado a alimentos nutritivos y también a servicios de salud como por ej. el testeo.  

La COVID-19 ha también intensificado en gran medida el estigma, la xenofobia y la discriminación contra los migrantes y otras personas vulnerables ya que con frecuencia y erróneamente tales personas son vistas como agentes transmisores de las enfermedades. 

“Los equipos de la OIM siguen trabajando en este contexto tan desafiante a fin de contribuir en los esfuerzos mundiales destinados a detener la propagación de la enfermedad, limitar los efectos humanitarios y socioeconómicos de la pandemia, y apoyar a las comunidades afectadas para que puedan prepararse para una recuperación a largo plazo”, agregó el Director General Vitorino.  

La Organización mantiene su foco en cuatro estrategias prioritarias a nivel comunitario, nacional y regional. Tales estrategias incluyen: 1) coordinación y asociaciones efectivas y seguimiento de la movilidad; 2) medidas de preparación y respuesta para la reducción de la morbilidad y la mortalidad; 3) servicios básicos, materias primas y protección para las personas afectadas; y 4) mitigación de los impactos socioeconómicos de la COVID-19.   

Hasta ahora la OIM ha recibido fondos por un monto de 261,.4 millones. El plan actual está alineado con las necesidades humanitarias inmediatas tal cual han sido delineadas en el Plan de Respuesta Humanitaria Mundial de Naciones Unidas para la COVID-19 y sigue estando alineado con el Plan Estratégico de Preparación y Respuesta de la Organización Mundial de la Salud.  

La Plataforma de Respuesta a Crisis Mundiales de la OIM brinda un resumen de los planes y requerimientos de fondos de la OIM para poder responder a las cambiantes necesidades y aspiraciones de quienes se ven impactados o en riesgo de sufrir el impacto de las crisis y desplazamientos en el 2020 y aún más allá. La Plataforma se actualiza regulamente a medida que las crisis evolucionan y nuevas situaciones emergen.  

Para más información por favor contactar a: 

Angela Wells, Departmento de Operaciones y Emergencias en la Sede de la OIM, Tel: +41 79 403 5365, Correo electrónico: awells@iom.int  

Yasmina Guerda, División de Salud y Migración en la Sede de la OIM, Tel: +41 79 363 17 99, Correo electrónico: yguerda@iom.int