Comunicado
Global

Tras seis meses, la OIM reconoce los esfuerzos conjuntos que se han realizado, pero a la vez advierte acerca de nuevos desafíos que plantea la respuesta a los refugiados rohingyas

Cox’s Bazar – Este domingo (25/02) se cumplirán seis meses desde que casi 700.000 refugiados rohingyas que huían de la violencia en Myanmar comenzaron a llegar a Bangladesh. 

En una de las mayores migraciones forzadas que se han visto en el mundo en años recientes, alrededor de medio millón de personas cruzaron la frontera en tan solo dos meses luego del 25 de agosto. Las primeras imágenes de cientos de miles de familias exhaustas y atemorizadas caminando en fila a través de lodosos campos de arroz o apiñados en embarcaciones desvencijadas durante su huida conmovieron al mundo entero. 

Las historias que los sobrevivientes han relatado en relación a lo que les han hecho en Myanmar, y a los hombres, mujeres y niños que nunca lograron salir con vida, han sido aún más movilizantes. 

Las organizaciones de asistencia locales e internacionales, incluyendo a la OIM – la cual había estado asistiendo a un número más pequeño de ronhingyas en Cox’s Bazar desde 2014 – se congregaron para brindar su apoyo a las autoridades de Bangladesh y a la comunidad receptora cuya generosidad para ayudar a los refugiados en estado de desesperación ha sido ampliamente reconocida, con total razón. 

La mayor parte de los que llegaron originalmente pasaron los primeros días durmiendo al aire libre – sin ningún tipo de protección contra la lluvia y sin acceso alguno a comida o agua potable. 

Tras seis meses, la situación es completamente distinta. Cox Bazar alberga ahora lo que sin dudas es el mayor campamento de refugiados del mundo y si bien las condiciones de vida plantean aún desafíos inmensos, la gente ya no duerme expuesta a las inclemencias del tiempo ni tampoco confrontan el peligro de sufrir hambruna. 

La OIM y sus socios han llegado hasta cerca de 600.000 personas con sus albergues de emergencia. Otras agencias monitorean las raciones de alimentos y el apoyo específico para los niños y niñas. Los esfuerzos conjuntos de la OIM y de otros que están involucrados en la respuesta de emergencia junto al Gobierno han logrado que se hayan podido construir caminos, puentes, desagües y letrinas – todos los cuales han servido para que la vida sea más segura y un poco más fácil para la gente que debe vivir en los campamentos. 

Se han iniciado trabajos destinados a construir pozos en el sur del distrito en donde el agua a menudo es escasa, para proveer nuevas instalaciones sanitarias y complementar a las existentes, y comenzar con las oportunidades para generar medios de subsistencia en torno a las mismas, además de otros esfuerzos que reportarán beneficios a la comunidad receptora y a los refugiados. 

Pero queda aún mucho más por hacer. 

La OIM continúa brindando su apoyo a todos aquellos que desean retornar voluntariamente a sus países y se ha unido al resto de la ONU y a gran parte de la comunidad internacional en cuanto a hacer una visita a Myanmar para asegurar un entorno sostenible y protegido para todos aquellos rohingyas que desean regresar. 

Pero por ahora, los campamentos siguen estando atestados y las condiciones en los mismos no cumplen para nada con los patrones internaciones en relación a las condiciones de vida aceptables. 

Lo que alguna vez fuera una reserva forestal natural ahora se ha convertido en un inmenso mar de albergues de lonas impermeables y varas de bambú, construidos sobre colinas desnudas que se convertirán rápidamente en lodo con la llegada de la temporada de monzones. 

Las personas de la comunidad local, muchas de las cuales vive en pobreza extrema, han tenido que enfrentar considerables trastornos en sus vidas cotidianas: desde aumentos desmedidos en el precio de los alimentos y escasez de leña, hasta una sobre exigencia en la infraestructura e incluso la pérdida de escuelas y otros edificios que fueron apropiados durante la emergencia. 

Entre las llegadas antiguas y las recientes, cerca de un millón de rohingyas están ahora viviendo en la zona. El trabajo para apoyar a la comunidad que los está albergando, y que comparte los mismos desafíos que los refugiados, es crucial si se desea que una convivencia pacífica y constructiva continúe en los meses por venir. 

En gran parte de los últimos seis meses se ha trabajado en un estatus de emergencia, tratando sobre todo de asegurar que la gente reciba las provisiones y servicios más básicos que pudieran necesitar para sobrevivir. 

Ahora se están implementando proyectos destinados a proveer otras formas de apoyo esencial. Los mismos incluyen la lucha contra la trata de personas y la violencia basada en género; programas destinados a combatir la degradación medioambiental e iniciativas para apoyar a los granjeros locales – generando ingresos para las personas en la comunidad receptora y ayudando a cubrir la demanda cada vez mayor de alimentos. 

Pero la amenaza de otros desastres en esta crisis continuada está siempre presente. A fines del año pasado, un brote de difteria en el campamento creó una emergencia dentro de otra. Testimonio de los esfuerzos coordinados del Gobierno de Bangladesh, de la OMS, de la OIM y de otros socios, y de la gran dedicación del equipo sanitario en campo, ha sido el hecho de que las pérdidas de vidas humanas fueron menores de lo que se preveía inicialmente.

Con la inminencia de la temporada de los monzones, las vidas humanas nuevamente se verán amenazadas. No solamente debido a un aumento en las enfermedades, sino también por los aludes, las inundaciones repentinas y los ciclones. 

La OIM, juntamente con el gobierno y otras agencias se encuentra trabajando contra reloj para ayudar a que las personas fortifiquen sus albergues para poder desarrollar resiliencia y sus habilidades en materia de primeros auxilios y de actividades de búsqueda y rescate, y de ese modo estar listos cuando las condiciones empeoren. Las laderas de las colinas están siendo apuntaladas, se construyen caminos y desagües, y se instalan equipos para ayudar a que los caminos de acceso vitales permanezcan abiertos para el caso de que se den condiciones de terrenos lodosos o inundados. También se están realizando preparativos para poder confrontar posibles brotes de enfermedades y otras emergencias médicas. 

Pero observando simplemente la cantidad de personas que estarán involucradas y las condiciones en campo será imposible mitigar todos los desastres. 

En los últimos seis meses, quienes están involucrados en dar apoyo en la respuesta a los refugiados rohingyas han mostrado sus habilidades para trabajar en conjunto en lo que se ha convertido en la crisis de refugiados que más rápido ha crecido en todo el mundo. 

La OIM, las ONG locales e internacionales y los donantes, el Gobierno de Bangladesh y los militares, la comunidad local y los refugiados mismos han mostrado su habilidad para trabajar juntos durante los últimos seis meses.

Ahora, a medida que la naturaleza trae aparejados nuevos desafíos en las semanas y meses por venir, más que nunca será necesario un abordaje conjunto. 

Para mayor información por favor contactar a Fiona MacGregor en la OIM Cox's Bazar, Tel. +880173333522, Email: fmacgregor@iom.int