Comunicado
Global

El mundo debe perseguir enérgicamente a las bandas criminales que causaron la muerte a cientos de migrantes en el Mediterráneo

Suiza - La noticia sobre unos 500 migrantes que encontraron la muerte en el mar cerca de Malta –como consecuencia de un acto intencional, según refirieron testigos presenciales– es el último capítulo de una historia pavorosa que se desarrolla ante las puertas de Europa.

Este verano la criminalidad, sumada a la desesperación, ha sido la receta para la muerte e incluso para el asesinato premeditado, según relatos de testigos.

Esto también es una historia de impunidad.  Mientras que la anarquía se extiende a lo largo de países agobiados por la guerra civil, enfermedades y dificultades económicas, organizaciones criminales se apresuran a llenar un vacío de autoridad dejado por gobiernos débiles.  Libia puede ser el ejemplo más destacado de lo que ocurre ahora: los criminales operan un comercio violento para apoderarse de migrantes vulnerables.

Consideremos la información espeluznante que se conoció en Italia, Grecia y Malta.  Los sobrevivientes que la Organización Internacional para las Migraciones entrevistó esta semana describieron que los traficantes cobraron hasta USD4.000 por persona para permitirles abordar un barco hacinado y destartalado que zarpó de Egipto, y luego los obligaron muchas veces a cambiar de embarcación en pleno mar.

Según relatos de los sobrevivientes, hasta 300 migrantes –entre ellos quizás unos 100 niños menores de 10 años– fueron obligados a viajar en la cubierta inferior de uno de estos barcos, mientras que otros 200 viajaban agolpados en la cubierta superior, expuestos al sol inclemente de verano.

De acuerdo con los testigos, el quinto día de viaje los traficantes siguieron de cerca a los migrantes con lo que se ha descrito como un remolcador.  Llegaron junto a su embarcación y les exigieron que se trasladaran a un buque más pequeño y en peores condiciones de navegabilidad.  El capitán del barco de los migrantes, un egipcio, se resistió, a lo que lo amenazaron con que asesinarían a su familia si no acataba las órdenes.  Luego de esto sobrevino el caos.

Los migrantes empezaron a saltar al barco de los traficantes, sólo para ser lanzados al agua, según narraron los testigos a los investigadores de la OIM y agregaron que luego de esto, el buque de los traficantes embistió su barco.

“Después de embestir nuestro barco esperaron para estar seguros de que se había hundido completamente antes de abandonar el lugar; se estaban riendo”, declaró uno de los sobrevivientes a la OIM.  Una semana más tarde, solo se ha encontrado a once sobrevivientes.

La lista de víctimas va en aumento.  El Proyecto de Migrantes Desaparecidos de la OIM, una iniciativa que lleva la cuenta de todos los migrantes fallecidos durante el año en viajes “irregulares”, calcula que en 2014 han perdido la vida más de 2.200 migrantes en su intento por llegar a Europa a través del Mar Mediterráneo; eso es tres veces del total de 2013.

En las próximas semanas, la OIM espera que la cifra de muertos supere los 3.000, cuando todavía queda una cuarta parte del año.

¿Cómo se puede evitar esto? Primero, mediante el establecimiento de políticas que permitan a los refugiados la migración legal y segura hacia Europa.  Según informes, a muchas víctimas de las tragedias recientes del Mediterráneo los esperaban sus parientes.

Segundo, las naciones deben unir fuerzas para enjuiciar rotundamente a los delincuentes, un esfuerzo para el que el derecho internacional ya tiene herramientas disponibles. 

Egipto, Libia, Italia y Malta pertenecen a la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, así como sus “Protocolos de Palermo” que tratan del tráfico ilícito de migrantes por vía marítima y la trata de personas, en especial mujeres y niños.

Estos instrumentos internacionales contemplan el enjuiciamiento por diferentes autoridades: no sólo los Estados que abanderan los buques, sino también los Estados de la nacionalidad de los perpetradores y sus víctimas; además, pueden procesar los fiscales de los Estados en donde los criminales conspiran para cometer sus crímenes, como por ejemplo, Italia o Grecia, si allí es donde los traficantes depositan a sus víctimas.  Además, es aplicable un principio de jurisdicción universal.

En vista de la naturaleza atroz de los crímenes, que son tan graves que perjudican a toda la comunidad internacional, los fiscales tienen el deber de asegurarse de que no haya refugios seguros para aquellos que los cometen.

En la retórica internacional, los políticos suelen mostrar poca simpatía por los inmigrantes traficados, a quienes consideran como oportunistas económicos, incluso a los participantes dispuestos a trabajar por su propio destino.  Por supuesto, por definición el tráfico de migrantes implica que una persona ayuda a otra para viajar sin autorización a cambio de un pago.

Por otra parte, todos los países tienen derecho a controlar sus fronteras, pero el hecho de que alguien haya tratado de evadir los controles migratorios no debería excluirlos de la protección de la ley, en especial si se encuentran bajo coerción criminal.

En la actualidad, el traslape entre el tráfico ilícito y la trata de personas no se puede ignorar.  A pesar de que todavía no sabemos a ciencia cierta lo que ocurrió con los migrantes hallados muertos frente a Italia y Malta, las pruebas indican que su muerte implicó engaño, extorsión y violencia extrema. 

Durante demasiado tiempo, el mundo ha vivido en la creencia de que los migrantes traficados son un mundo aparte, que no tienen derecho a compasión, respeto e incluso el beneficio de las leyes.  Esto tiene que cambiar. 

Más información: www.iom.int, Facebook.com/iommigration, Twitter @IOM_News

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Joel Millman: Tel: 41 22 717 9486, Móvil: 41 79 103 87 20, Email: jmillman@iom.int
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