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El despiadado camino hacia Europa: la historia de Mamadou

Mamadou se queda en el centro de tránsito en Agadez, Níger para recuperarse de su terrible experiencia. Foto: OIM

Mamadou, de 18 años, abandonó la escuela y su aldea en Tambacounda, Senegal, cuando tenía 12. “Mientras me encontraba en la escuela, lo único en lo que pensaba era en sí podría comer cuando regresara a mi casa”, explicó. “A veces desayunábamos algo a la mañana y no teníamos nada más para el resto del día. Había demasiadas bocas que alimentar en casa y era necesario que yo hiciera mi parte”.

En su calidad de hermano mayor, Mamadou se sintió obligado a apoyar a sus padres para poder brindarles algo a sus hermanos menores. En los años siguientes, trabajó en Dakar, Mali, Burkina Faso y eventualmente en Níger, acercándose de tal modo a lo que él creía que era su sueño: llegar a Europa.

Pero tras su llegada a Níger, Mamadou rápidamente se gastó todo lo que tenía. En la estación de autobuses de Niamey, se encontró con Abdoulaye, que era un amigo de la infancia, quien le ofreció pagarle el viaje a Argelia.

“Éramos siete chicos y cinco mujeres en un vehículo; una mezcla de gambianos, malienses y nigerianos”, dijo.

En algún lugar entre Agadez y Argelia, el conductor ordenó a los pasajeros que descendieran. Horas más tarde, el conductor retornó. Les dijo que habían sido vendidos y que viajarían a Libia. “Estábamos en el medio de la nada, pero era imposible que pudiéramos hacer algo”, dijo Mamadou.

Él y Abdoulaye observaron resignados cómo sus nuevos “dueños” desgarraban las ropas de las mujeres que estaban en el grupo, las golpeaban y luego las violaban. “Nos sentimos desamparados”, dijo Mamadou.

Algunos lograron escapar. Mamadou se dio cuenta de que había perdido a Abdoulaye, quien había sido recapturado. Una vez que los bandidos vieron a Mamadou, lo volvieron a atrapar también. Más tarde fue testigo de cómo su amigo era asesinado.

“Los bandidos intentaron forzarme para que yo entrara en el vehículo pero Abdoulaye estaba herido y yo no podía abandonarlo. Uno me amenazó diciéndome que me dispararía. Entonces lo que hicieron fue dispararle a Abdoulaye en el pecho”, explicó.

En medio de lágrimas, Mamadou dijo que rogó que le permitieran sepultar el cuerpo de su amigo asesinado. “Tomé una placa y escribí su nombre y la puse sobre la tumba junto con mis zapatos”, recuerda el joven senegalés.

Durante el viaje a Libia, algunas de las mujeres que habían sido atacadas comenzaron a sentirse mal. Mamadou dijo que una de ellas fue abandonada. Otra murió a bordo del vehículo y también su cuerpo fue abandonado. “En el desierto, nadie tiene tiempo para que las personas puedan ser sepultadas adecuadamente”, agregó.

A pesar de todo esto, logró sobrevivir y es uno de los más de 22.000 migrantes que pudieron ser rescatados en el desierto de Ténéré en Níger desde 2016. Las operaciones humanitarias de rescate de la OIM reciben el apoyo del Departamento de Desarrollo Internacional  (DFID por su sigla en inglés) del Reino Unido y de la Unión Europea.

Mamadou ha estado en un centro de tránsito que la OIM tiene en Agadez por dos semanas, esperando poder retornar a Senegal en el marco del Programa de Retorno Voluntario Asistido y Reintegración (AVRR) de la OIM, el cual es financiado por la Iniciativa Conjunta UE-OIM para la Protección y Reintegración de Migrantes.

No ha tenido ningún contacto con su familia por tres años.

Para mayor información por favor contactar a Mónica Chiriac en la OIM Níger, en el Tel: +227 8931 8764, Email: mchiriac@iom.int