Migrant Stories

Lucha contra la trata de Personas El rescate no es más que el primer paso – Niños ghaneses víctimas de la trata de personas

En una playa arenosa ornamentada con palmeras, un grupo de personas
sentadas en círculo escuchan cautivados la narración
de una de ellas, haciendo caso omiso del vaivén de las olas
del océano Atlántico y de los gritos alborotados de
unos niños que juegan futbol playero en las
cercanías.

El círculo está mucho más interesado en
escuchar la emocionante narración del partido de futbol
entre las estrellas brasileñas y ghanesas que se está
jugando en la imaginación de un pequeño del grupo.
Poco a poco, el drama futbolístico cobra vida gracias a la
narración sorprendentemente rápida e hilarante del
pequeño.

Se trata de un inusual momento de alivio, pero al difuminarse
las risas con la llegada a su fin de la emocionante
narración, la realidad vuelve a entrometerse.

"Soy la única niña de la familia, por lo que todos
los deberes de la casa me tocan a mí. ¡En las noches
estoy tan cansada!", exclama una pequeña en un vestido de
estampado color café.

"El dinero que me dan mis papás para comprar comida en la
escuela no me alcanza y tengo hambre", exclama repentinamente un
niño un poco mayor. Esta última es la queja
más común.

La reunión en la playa es una sesión semanal de
asesoría para un grupo de niños que fueron
víctimas de la trata de personas en Cape Coast, en la
región Central de Ghana, pero es también una
oportunidad para que los niños aligeren sus penas, reciban
consejos y asesoría académica. La Secretaría
de Educación de Ghana se asesoría, que forma parte de
un paquete de servicios que la OIM, varios ministerios
gubernamentales y organizaciones no gubernamentales (ONG)
están ofreciendo para ayudar a los niños ghaneses
víctimas de la trata de personas a recuperarse del trauma y
reintegrarse a sus familias y a sus comunidades.

Gracias al apoyo financiero de la Oficina de Población,
Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los
Estados Unidos, la OIM ha rescatado a unos 650 niños
ghaneses desde el año 2003 a los que sus padres, consciente
o inconscientemente, volvieron víctimas de la trata de
personas cuando los enviaron a trabajar a las comunidades pesqueras
en el lago Volta creyendo que los niños estarían bien
alimentados, tendrían acceso a la educación y
aprenderían un oficio útil.

Sin embargo, la realidad es otra. Los niños están
seriamente malnutridos y a menudo se abusa física o
verbalmente de ellos, además de que tienen que trabajar
sumamente pesados y peligrosos porque a sus dueños o "amos"
no les alcanza para contratar a un adulto que realice estos
trabajos.

La asistencia para la rehabilitación y
reintegración que la OIM, en conjunto con el Gobierno y las
ONG, ofrece a estos niños incluye servicios médicos y
apoyo psicológico inmediatamente después de que son
rescatados. Más adelante, los niños son sometidos a
exámenes médicos rutinarios, reciben ayuda para pagar
la inscripción escolar, libros, uniformes y material
didáctico, así como apoyo psicológico y
asesoría durante dos años y medio.

Sin embargo, contribuir a la recuperación física y
psicológica de los niños está resultando ser
un reto más grande que el rescatarlos. "Muchos de los
niños han olvidado voluntariamente lo que les
sucedió", explica Mavis Narh, enfermera pública en el
distrito de Mfantsiman, en Cape Coast. "Los niños que viven
con sus padres se están recuperando mejor que los que viven
con tutores que a menudo no tienen empleos y batallan para llegar a
fin de mes", agregó Narh.

Alimento: un asunto vital

Para Geoffrey, de 10 años de edad, y su hermano mayor
Emmanuel, quienes fueron víctimas de la trata durante tres
años, la falta de una figura materna que no han visto en
siete meses y que apenas ha estado presente desde que fueron
rescatados ha dejado una huella de dolor insoportable en sus
rostros.

"Añoran un poco de cariño materno, alguien que los
cuide y les dé de comer. En ocasiones vienen a mi oficina y
yo les doy de comer y platico con ellos, pero no es suficiente;
estos niños necesitan más", explica Comfort Seglah,
trabajadora social.

Emmanuel le ha pedido a Comfort que encuentre a su mamá,
pero esta es una tarea imposible. Los niños viven con su
hermano Wisdom, la esposa de su hermano y nueve niños
más.

De acuerdo con Mavis Narh, la comida es el principal asunto en
torno al cual giran las sesiones de apoyo para niños
víctimas de la trata. "Si pudiéramos alimentar a
estos niños como se debe, en tan solo algunos meses
veríamos avances significativos".

Faustina Amegashie-Aheto, jefa de una clínica en uno de
los distritos de la zona del Volta en donde viven 90 por ciento de
los niños que la OIM ha rescatado, coincidiría con la
opinión de Narh.

Una evaluación médica de 178 niños a un
año de su rescate reveló que 38 por ciento de ellos
sigue sufriendo retraso en el crecimiento, mientras que un 62 por
ciento está por debajo de su peso normal.

Aunque la desparasitación y una mejora en la
alimentación han hecho que estas cifras sean un gran avance
en comparación con aquellas recogidas justo después
del rescate de los niños, los porcentajes son una clara
muestra del trabajo que queda por delante si se quiere mejorar la
salud de estos pequeños.

Sin embargo, por falta de recursos financieros, en ocasiones ni
siquiera es posible realizar los exámenes médicos
rutinarios que cada tres meses permiten detectar y dar tratamiento
a enfermedades. Además, si los niños llegan a
enfermarse entre un examen y otro, no tienen acceso a cuidados
médicos gratuitos.

A pesar de que el Gobierno ghanés está
subvencionando la inscripción escolar de los niños,
el programa piloto de alimentación en la escuela no es
suficiente para alimentar todos.

"Los niños en mi escuela no están malnutridos,
simplemente tienen hambre y el hambre está afectando su
desempeño académico", afirma Emmanuel Ekowa Arthur,
director de la escuela primaria Srafa Wesley Community School en
Cape Coast. De los 225 alumnos en esta institución, 96
fueron víctimas de la trata de personas.

La OIM es consciente de la situación. Sin embargo, aunque
reconoce el impacto que el hambre puede tener en el número
de niños víctimas de la trata que permanecen en la
escuela, de no recibir fondos adicionales, le será imposible
intervenir.

"Actualmente, nuestro patrocinio ha hecho que el porcentaje de
niños que permanecen en la escuela sobrepase el noventa por
ciento. Pero la realidad de las cosas es que si un 50 por ciento de
los niños logran completar su educación, podremos
decir que el programa fue un éxito. Habrá que esperar
varios años para saberlo", explica Jo Rispoli de la OIM en
Ghana.

Existen otros factores a largo plazo que afectarán el
resultado.

El reto de completar sus estudios

Sentado en la pequeña barda de piedra afuera de su
salón de clases en la escuela Srafa Wesley se encuentra
Ebenezer Coffie.

Ebenezer es el hijo mayor de siete hermanos. Cuando su padre
murió, su madre no pudo seguir alimentando a los siete
niños, por lo que cuando Ebenezer tenía tan solo
siete años de edad, a él y a su hermana los mandaron
a vivir a Yeji. Pasó incluso hoy, dos años
después de haber sido rescatado, Ebenezer no habla de lo que
vivió.

Ebenezer sobresale del resto de los chicos por su aspecto
inmaculado, vestido con un uniforme de camisa amarilla bien
planchada y zapatos blancos lustrados. Es evidente lo cuidadosos
que él y la abuela con la que vive son del aspecto de
Ebenezer. Sin embargo, el joven es sumamente tímido,
tartamudea al hablar y no mira a su interlocutor a los ojos.

El director de su escuela explica que estos rasgos son comunes
entre los niños víctima de la trata. Ebenezer desea
terminar sus estudios y trabajar en un banco para así poder
cuidar de su madre y sus hermanos, quienes viven en Accra lejos de
él.

Sin embargo, a los 17 años, Ebenezer está en una
clase para niños de nueve años. A este paso, Ebenezer
habrá cumplido los 20 años incluso antes de haber
terminado la escuela primaria y tendrá 28 si logra terminar
la escuela secundaria que necesita para alcanzar sus objetivos de
empleo. Todo ello, de contar con los medios financieros
necesarios.

"En ocasiones me hiere saber que los demás chicos de mi
edad ya terminaron sus estudios o están por hacerlo. Si yo
hubiera estado en su situación, ya habría terminado
la escuela y eso me lastima", confiesa Ebenezer.

Julia Damalie de la Secretaría de Educación de
Ghana está a cargo de la educación de niñas y
niños en el distrito de Ebenezer y reconoce las dificultades
adicionales que enfrentan cuando vuelven a la escuela los
niños mayores que fueron víctimas de la trata.

"A veces necesitamos considerar la posibilidad de permitirles
que se salten algunos años cuando pueden. Sabemos que por
las diferencias de edad, algunos niños preferirían
aprender un oficio en lugar de ir a la escuela. Desgraciadamente,
por el momento no contamos con las instalaciones para ello",
explica Damalie.

Este es el caso de Ama Botwe, de 17 años de edad. Ama
sigue enojada y resentida con su madre, y decidió dejar la
escuela porque ya no aguantaba las burlas de los demás
niños. Quiere ser costurera, pero su madre no tiene los
medios para que Ama aprenda este oficio.

De no ser por su ayuda…

La Sra. Afua Akyere, madre de Ama y otros dos hijos
víctimas de la trata, recibió ayuda de la OIM en
forma de un microcrédito, pero aún así ha
tenido problemas para lograr que el bar del que es propietaria
funcione. Afua quisiera expandir el negocio y empezar a vender
comida, pero no tiene dinero para abastecerse de alimentos.

Por otra parte, Nana, madre de dos niños víctimas
de la trata que están en la misma clase que Ebenezer,
solicita más dinero. Aunque con el microcrédito que
recibió pudo instalar un kiosco de comida en la escuela,
dónde por menos de US$ 0,20 los niños pueden comprar
un plato de arroz y caldo de carne a la hora del recreo, las
ganancias son escasas. En el pueblo más cercano, Nana
podría vender el mismo platillo a US$ 0,50, pero dicho
pueblo está demasiado lejos y Nana no tiene cómo
llegar hasta ahí.

"Utilizaré todo el dinero que me den para la
educación de los niños, para que tengan un futuro
mejor. Algún día, los niños pensarán en
ustedes y dirán ‘Si no fuera por su ayuda, no
seríamos quienes somos hoy’. Así es que
envíenos dinero, por favor", solicita Nana.

Para poder ofrecer un mínimo de asistencia exhaustiva
para la rehabilitación, la OIM ha tenido que reducir a 25 el
número de niños que rescata al año. No fue una
decisión fácil, sobre todo si se considera
cuántos niños más como Ebenezer y Ama
necesitan que se los rescate.

"Sabemos que la asistencia que brindamos no es suficiente.
Necesitamos brindar más que dos años de cuidado y
ayuda individual para responder a las necesidades de cada
niño. Sin ello tal vez no logremos evitar que se repitan los
casos de trata", concluye Rispoli.

Gracias a las generosas donaciones del público que se
realizaron a través de programas televisivos en los EE UU y
en Francia, la OIM ha podido rescatar a 11 niños más
de lo previsto en lo que va del 2008 y patrocinar a 95 niños
de forma individual.

"Hemos logrado bastantes avances, pero aún quedan muchos
retos por enfrentar. La clave del éxito es obtener fondos
suficientes para asegurar que todos los niños tengan un
futuro prometedor", concluye Rispoli.

Si desea realizar una donación o apadrinar un niño
a través del programa de rescate y reintegración de
la OIM, sírvase visitar el sitio "paragraph-link-no-underline" href=
"http://iomdonations.kintera.org/" target="_blank" title=
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