Migrant Stories

Los proyectos en el Putumayo son de carne y hueso

Para Rigo Alonso Velásquez trabajar en el Departamento de
Putumayo (Colombia) es una tarea que requiere de mucha
sensibilidad.  Rigo es ingeniero civil y trabaja como monitor
de campo de la OIM desde hace más de cinco años.

El Putumayo es un departamento colombiano ubicado en la
región amazónica, en la frontera con Ecuador y
Perú, caracterizado por ser uno de los escenarios más
crueles de la violencia generada por los grupos armados
ilegales.

Aunque para muchas personas el sur de Colombia parezca una
región olvidada y peligrosa, Rigo llegó buscando
nuevas oportunidades laborales y, tal como él mismo lo
expresa, descubrió que "es una región en la que
está todo por hacer".

Rigo comparte su experiencia de trabajo en el Putumayo.

¿Qué tiene de especial el
Putumayo?

"El Putumayo es un territorio mágico. 
Ambientalmente, es riquísimo en agua, petróleo, fauna
y flora.  Además, es una tierra promisoria donde hay
muchas oportunidades y especialmente hay miles de cosas por
hacer.

Pero el desarrollo social en el Putumayo marcha a pasos muy
lentos, no hay tecnología, no hay grandes avances en
infraestructura.  Además la gente se ha acostumbrado a
vivir de las bonanzas: primero el caucho, luego el petróleo
y finalmente la coca.  La gente necesita aprender oficios que
les ayuden a sobrevivir en el largo plazo".

¿Cómo es el día a
día como monitor de campo en el Putumayo?

"Empiezo el día a las 5:00 a.m. y le dedico un par de
horas a la especialización a distancia que actualmente curso
en Estudios Amazónicos.  A las 8:30, inicio mi trabajo
como monitor de campo.  Algunas veces visito a las comunidades
con las que trabajamos, otras veces atendiendo a las personas que
nos visitan en nuestras oficinas en Mocoa (la ciudad principal de
Putumayo).

La mayoría de la gente que busca a la OIM necesita
apoyo.  En el caso de los desplazados y víctimas de la
violencia, nos buscan para que les demos orientación con
respecto a los procesos para la reclamación de sus
derechos.  Hay personas que no saben leer ni escribir, mucho
menos negociar con el Estado, por eso necesitan nuestro apoyo".

¿Qué momentos recuerdas
cómo los más difíciles?

"Las situaciones donde hay dificultades de orden público
son generalmente las de mayor tensión porque no se sabe lo
que puede pasar.  Anteriormente era frecuente que miembros de
grupos paramilitares nos preguntaran ¿Quiénes son
ustedes? y ¿Qué hacen en la zona?  Ahora, para
evitar cualquier conflicto con grupos armados, nosotros
generalmente avisamos con tiempo a la comunidad que los vamos a
visitar y así ellos divulgan el rumor.  También
tratamos que la gente de la comunidad nos acompañe todo el
tiempo, ellos nos dan reconocimiento y así evitamos
problemas con los grupos armados"

¿Qué momentos recuerdas
cómo los más gratificantes?

"Generalmente es una labor muy gratificante.  Pero recuerdo
especialmente la primera vez que llegamos a una vereda cerca a
Puerto Leguízamo (uno de los municipios más
importantes de Putumayo) en dónde la gente tenía
mucha curiosidad por acercarse a nosotros y conocernos. 
Cuando les contamos que nuestra intención era ofrecerles un
proyecto para mejorar la educación de los niños de la
zona se pusieron muy contentos, y descubrimos que nunca antes
habían recibido la vista de un organismo
internacional.  Era la primera vez que alguien como nosotros
llegaba a trabajar con ellos".

¿Qué crees que es
importante que sepa el mundo sobre el trabajo que hacen ustedes en
el Putumayo?

"Para nosotros es importante que nuestros compañeros de
la OIM y que el mundo sepan que los proyectos en el Putumayo son de
carne y hueso.  Nosotros vamos más allá de la
cotidianidad del trabajo y vemos como se transforma la vida de la
gente.

Es por eso que nuestro trabajo exige sensibilidad. Todos los
días tenemos contacto con familias que reciben menos de un
dólar al día, que tienen muchas necesidades y que
trabajan duro para sobrevivir.  Por eso, para comprender a la
gente y actuar para ayudarlos, tenemos que simpatizarnos con su
situación.  Para hacer bien nuestro trabajo tenemos que
sentarnos y compartir con la comunidad".

¿Cómo te ves en el
futuro?

"Creo que todas las personas tenemos ciclos que cumplir y en
algún momento tendré que dejar el trabajo de campo
para viajar a aprender otro idioma y vivir en un país
diferente un tiempo.  De esta forma podré aprender
cosas nuevas y luego regresar y continuar aportando a mi
país".