Migrant Stories

La historia de menores a quienes la crisis en Libia les arrebató a sus padres

El 3 de marzo de 2011 será un día que Fouda, de 10
años, nunca olvidará: esa fue la última vez
que ella y sus hermanos vieron a su padre, quien salió de
casa en busca de comida para ellos y nunca regresó.

Era el comienzo de la crisis en Libia, motivo del retorno
involuntario de 91.000 nacionales de Chad. La mayoría
huyó con sus familias y dejó atrás
pertenencias, ahorros y trabajos.

Fouda y sus hermanos, todos menores de edad, permanecieron 30
días solos en casa esperando a que su padre regresara, pero
no volvieron a tener noticias de él. No podían salir
a calle debido al tumulto reinante con motivo de la
revolución, ni tampoco comprendían lo que estaba
pasando a nivel nacional.

Zanaba, la madre, había ido a visitar a un familiar en
Sabha (Libia meridional) cuando se desató la crisis. Desde
entonces, las carreteras permanecieron bloqueadas, lo que le
impedía volver a Trípoli y reunirse con sus
hijos.

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Con las hostilidades como telón de fondo, los vecinos
decidieron huir y buscar refugio en Túnez, y se llevaron con
ellos a los cuatro hermanos para que estuvieran a salvo hasta que
pudieran reunirse con sus padres.

Una vez en Túnez, los menores fueron registrados en uno
de los centros de tránsito de la OIM, donde se les
identificó como menores no acompañados, y el personal
de la Organización les prestó ayuda para trasladarlos
a Chad, país de origen de sus padres. En estrecha
colaboración con las oficinas de la OIM en Túnez y
Chad, la madre pudo ser identificada y los menores retornaron a
Chad.

Otros 27 menores no acompañados recibieron
atención primaria y paquetes para la reintegración
facilitados por la OIM en Chad. En los casos en que ha sido
posible, la Organización ha participado en las labores de
seguimiento y reunificación familiar. Este proceso se lleva
a cabo para garantizar la protección de los menores y su
reunión e reintegración con sus familiares.

De este modo, los hijos de Zanaba se beneficiaron de la
asistencia de la OIM para retornar a N'Djamena, en un país
para ellos desconocido, donde su tío los esperaba en el
aeropuerto.

Huérfanos y en un país extranjero: esas fueron las
primeras dificultades que tuvieron que superar. Además de
adaptarse a una nueva cultura, idioma, amigos y familia.

En mayo, dos meses después de haber llegado a N'Djamena,
seguían sin noticias de sus progenitores. "Creía que
mis padres habían muerto y que nunca más los
vería", afirma Bouchara, la hija mayor de 17
años.

Lo mismo pensaba Zanaba: "Creía que habían
asesinado a mis hijos en medio de la crisis y que nunca los
volvería a ver…". Como las carreteras hacía
Trípoli estaban cortadas, Zanaba se embarcó en un
viaje de un mes a través del desierto, desde Sabha hasta
N'Djamena, con la esperanza de volver a reunirse con sus hijos.

De pronto, un día de mayo, uno de sus hijos abrió
la puerta de la casa en la que vivía con sus tíos y
no podía creer lo que veían sus ojos: su madre, que
había sobrevivido a los enfrentamientos y al calvario del
viaje, estaba de nuevo con ellos.

Zanaba y su marido habían pasado en Trípoli 25
años. Ella trabajaba como empleada doméstica y el en
la agricultura. Sus hijos habían nacido allí y
tenían una buena calidad de vida. "Los niños iban a
la escuela y teníamos una casa bonita con todas las
instalaciones. Jamás hubiera querido regresar a Chad, pero
aquí estamos…", explica Zanaba.

Su marido permanece en paradero desconocido. Nadie sabe nada de
él, ni siquiera los amigos que consiguieron huir de
Trípoli. A oídos de Zanaba solo llegan rumores que
hablan de que perdió la vida en medio de la crisis o de que
ha sido encarcelado. Sin embargo, no cree nada de lo que le dicen y
está convencida de que lo verá de nuevo y que un
día toda la familia volverá a estar reunida.

El 17 de marzo, diez meses después, recibió una
llamada de su marido. "Decía que estaba bien, que
había estado huyendo de un sitio a otro, que no podía
seguir hablando, pero que esperaba poder venir pronto a Chad para
reunirse con nosotros", narra Zanaba con ojos rebosantes de
esperanza.

Actualmente, la OIM en Chad estudia las posibilidades de
facilitar el retorno del marido de Zanaba para reunirlo con su
familia.