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La clave del éxito en Timor-Leste

Ante las frecuentes malas cosechas en algunas de las comunidades más necesitadas de uno de los países más recientes y pobres del mundo, las comunidades han decidido crear sus propios huertos ecológicos en ojo de cerradura con el fin paliar la escasez de alimentos.  

El nombre de los huertos está inspirado en su forma, a saber, un círculo al que le falta una porción. Cada huerto tiene una cesta de compost en medio de capas de tierra, lo que le hace más productivo que un huerto convencional.

Antonio Duarte, jefe del pueblo Ariana, en el distrito de Bobonaro (Timor-Leste), señaló: “El cultivo de alimentos en huertos ecológicos en ojo de cerradura nos ha permitido conseguir verduras frescas para nuestras familias, y ha ayudado a las madres a mejorar la nutrición familiar”.   

Con el apoyo de USAID y de la Oficina de Asistencia para Desastres en el Extranjero (OFDA), la OIM está colaborando con comunidades rurales de Timor-Leste, dotando a aldeanos como Antonio de habilidades y recursos para plantar y cosechar verduras mediante la utilización de técnicas agrícolas alternativas.

En la comunidad de Heda, la alternancia de inundaciones y sequías ha privado a las familias de alimentos, lo cual ha contribuido a la malnutrición y ha dejado a los hogares sin ingresos adicionales. Esta situación es frecuente en todo el país, donde las fuertes precipitaciones y la accidentada topografía hacen que las comunidades sean cada vez más vulnerables a las inundaciones, deslizamientos de tierra y desbordamientos de los ríos, lo cual merma la producción agrícola, provoca daños en la infraestructura, fomenta la pobreza y se salda con la pérdida de vidas humanas.”

En respuesta a esta situación, la OIM ha trabajado mano a mano con comunidades como Heda, con el fin de ofrecer alternativas para hacer frente a los desastres recurrentes localizados. A día de hoy, se ha prestado apoyo a los habitantes de 12 aldeas en cinco distritos, para que construyan sus propias huertas ecológicas en ojo de cerradura, de tal modo que puedan plantar y cosechar verduras sean cuales fueren las condiciones climáticas imperantes.

Los agricultores han puesto en práctica sus habilidades recientemente adquiridas para crear y mantener huertos individuales, que producen verduras frescas para consumo familiar y permiten mejorar la nutrición, en particular de los niños pequeños. También han podido complementar sus ingresos, vendiendo en el mercado local la producción cosechada, lo que les ha reportado unos beneficios de 8 dólares por terreno, por cosecha mensual.  

Paulo Moreira, jefe de la aldea de Purugua confirma: “El cultivo de alimentos en huertos ecológicos en ojo de cerradura es muy práctico. Mi esposa y mis hijos ya no necesitan ir lejos para comprar alimentos. Simplemente salen de casa y consiguen verduras frescas a tan sólo diez metros.”