Migrant Stories

El drama de la esperanza en Viet Nam

 

¿Qué alimenta la violencia en el hogar y cómo puede combatirse? 
 
En Viet Nam, el éxodo desde el medio rural a los centros urbanos, para escapar de la difícil vida rural y del arduo trabajo agrícola, ha causado una migración masiva de millones de personas a ciudades como Hanoi, que rápidamente han pasado a estar superpobladas.  Los alquileres se han disparado y, como consecuencia, existen graves problemas de alojamiento que, a su vez, alimentan la depresión y la desesperación.
 
Algunos migrantes intentan ganarse la vida reciclando basura doméstica, mientras que otros lo hacen trabajando en mercados callejeros, donde ganan en torno a US$150 mensuales.  Como consecuencia de los escasos ingresos, las difíciles condiciones y las largas horas se dan más casos de tensiones y problemas de salud, que, en ocasiones, desembocan en situaciones de frustración y violencia.
 
Ahora, con el apoyo de la OIM y la ONG vietnamita Centro de estudios y ciencias aplicadas en cuestiones de género y familia, mujeres y adolescentes (CSAGA, por sus siglas en inglés), un grupo de migrantes ha encontrado un modo creativo de luchar contra la violencia en el hogar, problema que está minando su comunidad.  Durante el día intentan ganarse la vida, ya sea recogiendo material de reciclaje o realizando tareas domésticas y, por las tardes, se reúnen para interpretar situaciones verídicas que ellos mismos han vivido como supervivientes de casos de violencia en el hogar.
 
Las condiciones de vida de muchos de ellos son duras, pero están asimilando sus vivencias y transmitiendo un mensaje de paz a los demás. 
 
Con ayuda de la compañía de teatro Youth Theatre Company de Hanoi, los agresores y las víctimas ensayan situaciones de casos de abusos físico y mental.  La obra, con un lenguaje directo, es conmovedora y real como la vida misma, y transmite al público un contundente mensaje.  Es una mezcla de teatro clásico y elementos rítmicos abstractos que hace que el escenario cobre vida.  En ocasiones, la simplicidad y la autenticidad del mensaje llegan casi a incomodar.
 
El espectáculo de baile, titulado Me merezco tener esperanza, forma parte del proyecto Álzate: hombres y mujeres migrantes juntos en el combate de la violencia contra la mujer, financiado conjuntamente por la Unión Europea y Suiza.  En él, se hace especial hincapié en la participación masculina, de modo que los hombres migrantes se conviertan en pioneros de la lucha contra la violencia en el hogar y contra las falsas percepciones sobre una masculinidad violenta.
 
Una vez acabada la representación, los actores se presentan ante el público, a quien brindan un breve testimonio personal y explican cómo se sienten al participar en la obra.  Al escucharles, es posible comprender su grado de vulnerabilidad y lo valientes que son de exponer sus sentimientos de forma tan abierta, así como que están aliviando un dolor y no simplemente actuando.  En una sociedad en la que es tabú hablar en público de los sentimientos y de los problemas personales, esta es iniciativa innovadora que propone una nueva forma de ayudar tanto a las víctimas como a los agresores de la violencia en el hogar.
 
Los actores son personas que pertenecen a dos grupos distintos: uno de autoayuda para víctimas de la violencia en el hogar y otro para hombres que luchan por cambiar su comportamiento violento.  Todos son desplazados internos originarios de zonas rurales pobres.  
 
Recientemente, se hizo una actuación en la que casi todo el público era del distrito de Long Bien (Hanoi), un barrio con un ajetreado mercado y un gran número de desplazados internos.  CSAGA, una de las ONG que colabora con la OIM en el proyecto, organizó el servicio de autobuses para que los migrantes de Long Bien pudieran asistir a la representación en el teatro juvenil del centro de Hanoi.
 
“Que los desplazados internos en Viet Nam combatan la violencia en el hogar es un importante avance”, explica Florian Forster, Jefe de Misión de la OIM en Viet Nam”.  
 
“Este colectivo es especialmente vulnerable, debido a unas condiciones de vida de hacinamiento, en barrios de migrantes, donde las familias frecuentemente disponen solo de una pequeña habitación, y a que las redes de apoyo tradicionales entre grandes grupos familiares, típicas de los medios rurales, no funcionan en los barrios migrantes de zonas urbanas”, agrega Forster.