Migrant Stories

Cuando pasado y futuro son uno: emprender una nueva vida y un negocio de regreso en casa

Con una tímida media sonrisa, Socorro Morales, una mujer de
54 años, delgada y de aspecto frágil, empieza,
vacilante a contar su historia.

Rodeada de máquinas de coser, montones de tela
cuidadosamente dobladas, prendas a medio hacer y otros
útiles de costura, confiesa que, si bien el negocio
prospera, el corte y la confección nunca fueron lo suyo.

"No me falta el trabajo. Dios me ha ayudado. Cada día
consigo algún cliente nuevo. Avanzo y lo hago a buen ritmo.
Estoy tan contenta de estar de nuevo junto a mi hijo”,
explica Socorro a medida que va ganando confianza.

En 2006, una amiga le dijo que tenía familia en Ginebra
(Suiza) y empezó a considerar la posibilidad de ir
allí en busca de trabajo.

Atravesar el mundo con un billete de avión y US$500 en
metálico podría parecer una propuesta muy arriesgada
para la tranquila y tímida Socorro, quien sacude
negativamente la cabeza y apostilla: "La necesidad fue lo que me
empujó a migrar. No tenía miedo de dejar Nicaragua y
viajar a Suiza".

Un mes después de su llegada encontró un primer
trabajo como empleada doméstica. Desde las seis de la
mañana hasta las siete de la tarde, limpiaba, cocinaba y se
ocupaba de los niños.

Tenía la idea de permanecer seis años en Suiza,
ahorrar algo de dinero y regresar a casa junto con su hijo
adolescente. Transcurridos cuatro años, sin embargo, le
diagnosticaron un cáncer.

"Por suerte, tenía un seguro médico, así
que pude operarme y seguir los tratamientos necesarios.
Recibí una atención médica excelente", afirma
Socorro.

Durante esos cuatro años trabajó a tiempo completo
y consiguió ahorrar algo. No obstante, casi la totalidad de
su sueldo (1.200-1.500 francos suizos mensuales) se esfumaba en el
alquiler, el seguro médico, la comida, el transporte y los
US$150 que enviaba mensualmente a su hijo y a sus suegros.

Debido a su enfermedad, solo podía trabajar media jornada
y así no conseguía llegar a final de mes. Esto fue lo
que la empujó a empezar a planear el viaje de regreso a su
país.

"Estando en casa convaleciente, una trabajadora social suizo me
habló del programa de retorno voluntario asistido y, en
seguida, me resolví a inscribirme en él", rememora
Socorro.

De regreso, en abril de 2011, comenzó a trabajar
inmediatamente junto con la OIM en sus planes de
reintegración.

El programa, financiado por Suiza, entrega 3.000 francos suizos
a cada retornado para que puedan crear una empresa o seguir
formándose.

"El primer encuentro es fundamental ya que la OIM no es
más que un nombre para el retornado. Tienen que vernos en
persona y nosotros debemos ganarnos su confianza. Esto confiere
sencillez y éxito a la totalidad del proyecto", explica
Eleonora Puddu, asistente del proyecto de la OIM en Nicaragua.

Una vez decidido y aprobado su plan de negocio, Socorro
recibió ayuda de la OIM para adquirir, entre otros
materiales, cuatro máquinas de coser, mesas, tela, tijeras,
botones y cremalleras.

Ahora, con una empleada a su cargo, confiesa que intenta no
tenerla demasiadas horas porque "ella tiene una familia a la que
atender".

Socorro vive con sus suegros, quienes cuidaron de su hijo
mientras estuvo en el extranjero, en la ciudad de Tipitapa, a unos
30 minutos a las afueras de la capital, Managua.

"Los abuelos de mi hijo me dieron un lugar para coser y me
tratan como a una hija. Este año, sin embargo, quiero
intentar construir una vivienda con un espacio separado para mi
negocio en una parcela colindante", confiesa Socorro.

Su hijo Abel, de 15 años asevera que partirá de
Nicaragua en busca de mejores oportunidades y queríamos
saber si es algo que la inquieta tras su experiencia.

"La verdad es que no. Para una persona joven y en buena salud,
la migración constituye siempre una buena opción. En
cualquier caso, el ser humano no se cree nunca lo que le cuentan,
sino que tiene que experimentar las cosas por sí mismo. Yo
no volveré a abandonar Nicaragua. Mis planes para el futuro
están aquí, junto con mi pasado", afirma Socorro.

Desde 2010, la OIM en Nicaragua ha prestado asistencia para la
reintegración a siete migrantes retornados de Suiza.

"Nos han contado que están contentos, que les va bien y
que la asistencia para la reintegración ha resultado de gran
ayuda”, concluye Puddu.