Migrant Stories

Abandonemos ya este pueblo que nos van a matar

"Le dije a mi esposa: abandonemos ya este pueblo que nos van a
matar". Con estas palabras empieza José el relato de los
últimos años de su vida.

Las casas y calles de Arjona un corregimiento del municipio de
Astrea en el departamento de Valledupar, quedaron desoladas la
noche del 26 de febrero de 1997.

Toda la gente del pueblo huyó antes de que amaneciera.
Tuvieron la única opción de llevarse solo su ropa,
sus hijos y sus recuerdos. Un recorrido de 3 horas en chalupa para
llegar a Chiriguaná, el pueblo más cercano, y poder
sentir que habían salvado sus vidas.

"Llevábamos una semana viendo cómo mataban mis
familiares, amigos y vecinos. La guerrilla los sacaba de la casa y
los mataba sin indolencia en el parque del pueblo. Nosotros solo
escuchábamos el sonido de las balas y nos escondíamos
pensando que los próximos seríamos nosotros", narra
José, un pesador de 37 años que tuvo que abandonar no
solo su oficio y su casa, sino su valentía para huir de la
guerrilla.

"Uno cree que es fuerte y que a uno no le da miedo, pero no es
verdad, cuando yo veía todo lo que hizo ese grupo en mi
pueblo, me temblaba todo, solo pensaba que tenía que salvar
a mi familia", recuerda.

Fue por eso, que José, decidió dejar su pueblo, al
igual que lo hicieron las pocas personas que quedaban vivas en
Arjona.

A Empezar de Nuevo

José llegó a Chiriguaná con su familia y
con las buenas intenciones de conseguir un trabajo para seguir
adelante. "El alcalde nos dio ayuda, nos daba comida a mi familia y
a otras 15 que venían con nosotros. Me dediqué a
rebuscar la vida: compraba y vendía hortalizas, a veces me
dedicaba a la pesca y otras veces cuidaba ganado. Después de
tres meses empecé a construir mi propia casa de madera en un
barrio donde solo vivía gente desplazada, como nosotros".
Estábamos pobres pero tranquilos, al menos nos
sentíamos a salvo".

Sin embargo, la vida no era fácil para este pescador y su
esposa a pesar del duro trabajo al que se tenían que
enfrentar todos los días. Entonces un día decidieron
irse de Chiriguaná y enfrentar una nueva experiencia en
Valledupar, la capital del Cesar, donde hoy viven, según la
Agencia Presidencial para la Cooperación Internacional y la
Acción Social (ACCIÖN SOCIAL), 54 mil desplazados.

Probar suerte fue la primera intención de José al
llegar a Valledupar. Entonces encontró trabajo en lo que
mejor sabe hacer: pescar. A eso se dedica José hoy en
día para el sustento de su familia.

Sin embargo, de gran beneficio ha sido la ayuda humanitaria que
ha recibido por parte de Acción Social entidad que, con el
apoyo de la OIM ha venido entregando esta ayuda a los desplazados
en varias regiones del país.

La ayuda está representada en bonos para alimentos, los
cuales pueden ser reclamados en una reconocida cadena de
supermercados, tal y como lo hizo José, quien después
de recibir su bono el pasado 21 de agosto por un valor de US$ 256
fue a hacer mercado con su familia, el cual es de gran ayuda
teniendo en cuenta sus gastos mensuales. "Yo nunca puedo comprar un
mercado como estos, siempre debo comprar la comida día a
día según la plata que me gane trabajando, por eso
tener esta opción es de gran apoyo para mí. Este
mercado me subsana mi necesidad de alimentación por lo menos
por dos meses", contaba José mientras feliz hacía su
compra en un supermercado en el centro de Valledupar.

Como José, cerca de 2.200 personas más recibieron
la misma ayuda. El monto del bono cambiaba según el
número de miembros en la familia.

La asistencia también incluía para gran
número de los beneficiarios, una ayuda de dinero en efectivo
con la que los desplazados pueden sopesar gastos de vivienda y
manutención.

Esta jornada masiva en la ciudad de Valledupar en la que se
entregó un total de $1.3 millones en ayuda humanitaria, hace
parte del modelo de atención integral a población
desplazada interna que el gobierno colombiano ha venido
desarrollando con el apoyo de la OIM.

Este modelo de atención de ACCIÓN SOCIAL y OIM
contempla dos principales líneas de acción: la
asistencia humanitaria de emergencia, como la entregada durante la
jornada masiva, y la generación de ingresos para la
población desplazada. Esta última representa el pilar
principal del modelo en cuyo marco aproximadamente 50.000 personas
en situación de desplazamiento han recibido hasta la fecha
formación para el empleo, capacitación empresarial y
apoyo económico para facilitar su tránsito hacia la
estabilidad socioeconómica.

Como ejemplo, José recibió la ayuda para su
estabilización. Entretanto, la OIM seguirá trabajando
en apoyo a Acción Social para ayudar a un buen número
de personas desplazadas en el país, que como José
algún día se vieron forzados a decir algún
día: abandonemos ya este pueblo que nos van a matar.