El 16 de junio se conmemora el Día Internacional de las Remesas Familiares (IDFR, por sus siglas en inglés), fecha en la que se reconoce el papel de millones de migrantes a través de sus remesas en un contexto de inseguridades económicas y desastres naturales y relacionados con el cambio climático, además de la pandemia mundial.

Todas las contribuciones económicas de los migrantes a sus países de origen en forma de remesas han sido bien documentadas. Los datos más recientes del Banco Mundial muestran que las mismas siguieron aumentando durante último año y constituyen el flujo financiero internacional más significativo para muchos países de ingresos medios y bajos.

Durante la pandemia de COVID-19, las remesas permanecieron estables e incluso aumentaron gracias a la resiliencia y la capacidad de los migrantes, brindando una cuerda salvavidas crucial para las comunidades y familias que quedaron en los lugares de origen. En 2021, los flujos de remesas crecieron hasta alcanzar la cifra de 605.000 millones de dólares EE.UU. enviados a países de ingresos medios y bajos (Banco Mundial, 2022).

Si cuentan con el respaldo adecuado, las remesas pueden representar también un trampolín para el desarrollo y la inversión local. También debemos presente el compromiso del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (GCM) con relación a la protección de las remesas como fuente privada de capital, y que dicho capital privado puede traducirse en inversión privada.

En el IDFR 2022, la OIM se une al Sistema de las Naciones Unidas para solicitar a los gobiernos, el sector privado, las organizaciones de desarrollo y de la sociedad civil que promuevan soluciones financieras y digitales para las remesas que ayuden a fomentar una mayor resiliencia y la inclusión social y económica.

 

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